Son infecciones por virus y bacterias que se presentan con más frecuencia en el invierno. Los síntomas son dificultad para respirar, malestar general, dolor de cabeza y articulaciones, ardor o dolor de garganta, tos, estornudos y flujo nasal, cambios en el estado de conciencia y debilidad muscular.
Una vez superado el cuadro infeccioso, es posible que los pacientes queden con secuelas como abscesos pulmonares, que son acumulaciones de pus en una parte del órgano, lo que en casos graves puede requerir la extirpación de la zona dañada. Respecto de las medicinas y su efectividad, debemos saber que su función es sensibilizar a la bactería, disminuir su potencial infeccioso a fin de que el organismo pueda actuar para destruirla. Es necesario comprender que el medicamento no es magia ni llega como bala a matar bacterias. Es un apoyo al sistema de defensas del paciente, pero en individuos con antecedentes es más complicado.
