Es verdad que todos nos hemos enfrentado, en una o varias ocasiones, a circunstancias adversas, o vivido evento desagradables que nos genera síntomas de ansiedad o depresión; sin embargo, hay veces en que, sin motivo aparente, las personas llegan a sentir tristeza, inseguridad, miedo, baja autoestima, irritabilidad y poco control de sus impulsos.
Son varias las causas por las que esto sucede, por ejemplo, llevar una vida sumamente rutinaria, no marcarse objetivos o metas personales, sentirse inútil, solo o poco valorado, no contar con redes sociales saludables y no disponer de actividades recreativas. Llevar una vida activa ayuda mucho, pero cuando el estrés es grande hay que buscar espacios de relajación personal o de esparcimiento, y no correr el riesgo de que se transforme en un trastorno de ansiedad.